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FPGAs: el puente entre hardware y software en la Industria 4.0.

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FPGAs: el puente entre hardware y software en la Industria 4.0.
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La reconfigurabilidad de los FPGAs llena el vacío hardware-software en IoT, aportando flexibilidad, confiabilidad y reducción de los tiempos de comercialización.

Un FPGA (Field-Programmable Gate Array) es un circuito integrado programable que se adquiere sin una función fija de fábrica. En esencia, es un chip “virgen” cuya lógica de hardware (compuesta por una inmensa matriz de bloques lógicos, interconexiones programables, memorias, etc.) puede configurarse y reconfigurarse por el usuario para implementar la funcionalidad deseada. A diferencia de un microcontrolador convencional (que incluye una CPU fija que ejecuta instrucciones secuencialmente), un FPGA permite definir la circuitería interna mediante lenguajes de descripción de hardware (HDL, como VHDL o Verilog) en vez de escribir software imperativo. Esto significa que, incluso después de fabricado, el comportamiento hardware del FPGA es definido por el desarrollador al cargar una nueva configuración en el chip.

¿Cómo funciona un FPGA?

Internamente, un FPGA consta de cientos o miles de pequeños bloques lógicos configurables interconectados mediante una malla de enrutamiento programable. Cada bloque puede realizar operaciones lógicas simples, y al interconectarlos se construyen funciones más complejas (sumadores, filtros digitales, controladores, etc.). A diferencia de un procesador tradicional, donde una CPU única ejecuta instrucciones una tras otra, en un FPGA muchos bloques operan en paralelo. Esto habilita un alto paralelismo en la ejecución: múltiples operaciones pueden ocurrir simultáneamente en el hardware (limitadas solo por la velocidad de la señal eléctrica), lo que brinda un potencial de rendimiento en tiempo real muy superior al de la ejecución secuencial de software. Por ejemplo, es posible leer varias entradas de sensores al mismo tiempo o procesar múltiples datos concurrentemente sin tener que intercalar tareas, algo imposible para un microcontrolador clásico que “lee una línea de código a la vez”.

El diseño con FPGAs requiere una mentalidad distinta a la programación de software convencional. En lugar de escribir una lista de instrucciones para una CPU, se describe el circuito que deseamos implementar. Esto típicamente se hace usando lenguajes HDL o herramientas de diseño digital, que luego pasan por procesos de síntesis y place & route para generar una configuración binaria (bitstream) que se carga en el FPGA y define sus conexiones internas. Esta flexibilidad otorga la capacidad de incluso recrear comportamientos de otros circuitos: un FPGA puede programarse para realizar las funciones de prácticamente cualquier circuito digital, incluso las de un microprocesador, aunque no ocurre a la inversa (un microprocesador no puede reprogramarse para funcionar como un FPGA).

Cabe destacar que los FPGA no son soluciones “listas para usar”: su gran ventaja es la capacidad de personalización, pero precisamente por ello requieren ser programados en hardware antes de usarse. Esto conlleva una curva de aprendizaje y complejidad significativa. El desarrollo con FPGA no es trivial: implica dominar conceptos de lógica digital, electrónica de bajo nivel y lenguajes HDL, así como metodologías rigurosas de validación y depuración del diseño. En consecuencia, la “entrada” para comenzar un proyecto con FPGA es más exigente en tiempo y conocimientos que la de un microcontrolador típico. De hecho, programar un FPGA requiere conocimientos especializados, lo cual puede elevar costos y alargar los tiempos de desarrollo en comparación con soluciones embebidas tradicionales. En resumen, diseñar con FPGA es como construir un traje a medida (a nivel de hardware) en lugar de simplemente escribir software para un traje ya confeccionado: ofrece máxima adaptación, pero obliga a conocer a fondo cómo “cortar y coser” el circuito a nuestro gusto.

Esquema simplificado de la arquitectura interna de un FPGA, compuesto por numerosos bloques lógicos programables interconectados. Cada bloque puede configurarse para implementar funciones lógicas básicas (puertas AND, OR, flip-flops, LUTs, etc.), y las conexiones entre bloques se “queman” según el diseño deseado, permitiendo crear circuitos digitales personalizados sobre la marcha.

Aplicaciones de los FPGA en proyectos IoT

La versatilidad de los FPGA hace que se empleen en una amplia gama de aplicaciones, y el IoT industrial no es la excepción. Gracias a su combinación única de potencia de procesamiento paralelo, baja latencia y flexibilidad, los FPGA pueden resolver varios desafíos típicos en entornos IoT. A continuación, veremos algunos casos de uso representativos y las ventajas específicas que aportan en dichos escenarios:

- Procesamiento de datos de sensores en tiempo real: En muchos proyectos IoT industriales, una gran cantidad de datos fluye constantemente desde sensores (temperatura, vibración, cámaras de visión, etc.) hacia un sistema central. Un FPGA puede encargarse de preprocesar y filtrar estos datos directamente en el dispositivo (en el “edge”) con latencia mínima. Por ejemplo, se ha demostrado que estos chips pueden aliviar la carga de trabajo de microprocesadores o microcontroladores al asumir en hardware tareas intensivas, como la adquisición y procesamiento rápido de señales de sensores o imágenes de cámaras, tomando decisiones locales en tiempo real antes de enviar datos resumidos a la nube. De este modo, el FPGA actúa como un coprocesador especializado que descarga trabajo del CPU principal, permitiendo responder instantáneamente a eventos (detección de anomalías, cambios en una variable crítica, etc.) sin esperar ciclos de software. Esta capacidad es crucial en entornos industriales donde milisegundos pueden importar (por ejemplo, en la detección de fallos incipientes en una máquina o en la visión artificial para control de calidad).

- Controladores industriales y automatización de alta fiabilidad: Los FPGA son muy adecuados para implementar sistemas de control en tiempo real duro. En automatización industrial, suelen requerirse controladores que reaccionen a cambios en fracciones de segundo de forma determinista (por ejemplo, controlar el par de un motor ante variaciones de carga, o regular la presión en una caldera inmediatamente tras un cambio). Un diseño FPGA bien desarrollado puede garantizar tiempos de respuesta fijos y muy bajos, ya que el control se realiza por hardware en paralelo, sin depender de bucles de software ni de la latencia de un sistema operativo. Además, estos controladores en FPGA pueden ser reconfigurados sobre la marcha o en campo si cambian las condiciones: por ejemplo, actualizando la lógica de control a una versión mejorada sin cambiar el dispositivo físico. Esta combinación de determinismo temporal y adaptabilidad es una ventaja estratégica en entornos de Industria 4.0, donde las líneas de producción deben adaptarse rápidamente a nuevos procesos manteniendo altos estándares de seguridad y fiabilidad.

- Procesamiento de señales, visión artificial y fusionado de sensores: En aplicaciones IoT avanzadas, como cámaras inteligentes, vehículos autónomos o sistemas de monitorización complejos, suele ser necesario procesar volúmenes grandes de datos en tiempo real. Un FPGA puede implementar algoritmos de procesamiento digital de señales (DSP) directamente en hardware (filtros, transformadas, correlaciones), aprovechando unidades aritméticas dedicadas (DSP blocks) y memoria interna para lograr throughput muy alto. Por ejemplo, en visión artificial industrial, FPGAs han sido utilizados para procesar video de alta resolución y extraer características (detección de objetos, reconocimiento facial, etc.) en tiempo real donde una CPU no daría abasto. Del mismo modo, en sensor fusion (fusionado de datos de múltiples sensores para obtener una visión más completa del entorno) los FPGA sobresalen: pueden leer simultáneamente diversas entradas de sensores y combinar las señales con muy poca latencia, algo que mejora la precisión y rapidez de sistemas como los de mantenimiento predictivo o vehículos guiados automatizados. En resumen, donde haya tareas paralelas intensivas (varios streams de datos que procesar a la vez), un FPGA brinda la musculatura necesaria para manejarlas de forma concurrente.

- Comunicaciones industriales y seguridad: Otra área en la que los FPGA aportan valor en IoT es en la implementación de protocolos de comunicación especializados o funciones de ciberseguridad a nivel hardware. En fábricas conectadas, es común necesitar puertas de enlace (gateways) IoT que traduzcan entre múltiples protocolos (Ethernet industrial, buses de campo, redes inalámbricas propietarias, etc.) en tiempo real. Los FPGA, con su gran número de interfaces de entrada/salida configurables, pueden actuar como hubs multi-protocolo, gestionando comunicaciones concurrentes de distintos tipos. Además, pueden incluir lógicas de encriptación y cifrado de datos embebidas en el hardware para asegurar las comunicaciones sin sobrecargar un procesador. De hecho, en sectores críticos (redes eléctricas, refinerías, plantas de agua) ya se emplean FPGA en los sistemas de control tanto para automatización como para implementar cifrado robusto de las señales, mejorando la ciberseguridad de la infraestructura. La capacidad de los FPGA para manejar algoritmos criptográficos con paralelismo masivo y latencia ultra baja (incluso adaptando el hardware al ancho de bits óptimo para cada algoritmo) es la razón por la que se usan en aplicaciones de cifrado avanzadas y, cada vez más, en esquemas de seguridad para IoT industrial.

- Ventajas de potencia y eficiencia en tareas específicas: Si bien los microcontroladores suelen ganar en eficiencia energética global para tareas sencillas, en escenarios IoT donde hay tareas muy especializadas y pesadas, un FPGA bien aprovechado puede realizar el trabajo de forma más eficiente. Por ejemplo, en aplicaciones de análisis de datos local o inferencia de machine learning en el borde (edge AI), un FPGA puede ejecutar operaciones matemáticas en paralelo reduciendo el número de ciclos totales y, por ende, el tiempo activo del dispositivo. Esto implica que para cierta carga de trabajo intensiva, el FPGA podría terminar antes la tarea y entrar en reposo, ahorrando energía en comparación con una CPU que tardaría más (consumiendo energía por más tiempo). Además, existen familias de FPGA de baja potencia diseñadas específicamente para IoT (incluso con tecnología flash o capacidades de funcionar con baterías), lo que contrarresta el estereotipo de que “FPGA = alto consumo”. La realidad es que, bien utilizado, un FPGA puede ofrecer una excelente relación computación por vatio en ciertas funciones dedicadas. Por supuesto, siempre hay que evaluar caso a caso: para una simple lectura de sensor cada minuto un microcontrolador seguirá siendo más eficiente; pero para procesar en continuo datos complejos, la balanza puede inclinarse hacia el FPGA.

Resumen de las ventajas en IoT

En proyectos de Internet de las Cosas, los FPGA proporcionan procesamiento local en tiempo real, capacidad de personalización de hardware según la aplicación (incluso después del despliegue, mediante reconfiguración remota), posibilidad de integrar múltiples funciones en un solo chip (reduciendo componentes externos) y mejora de la seguridad y la longevidad del dispositivo (pues el hardware puede actualizarse para soportar nuevos algoritmos o estándares sin cambiar el equipo físico). Estas cualidades los hacen especialmente atractivos en el IoT industrial, donde a menudo se necesitan dispositivos robustos, de larga vida útil, adaptables y capaces de responder rápidamente a eventos del mundo real.

FPGAs vs. sistemas embebidos tradicionales (MCU/SoC): ¿cuándo conviene cada uno?

Dada la propuesta del uso de los FPGA, surge la pregunta: ¿En qué situaciones conviene usar un FPGA en lugar de un microcontrolador, SoC u otra solución embebida tradicional? Para responderla, debemos comparar sus características técnicas, ventajas y contras en distintos aspectos clave:

- Arquitectura y flexibilidad de hardware: Un microcontrolador o SoC típicamente tiene una arquitectura fija (CPU + periféricos integrados predeterminados en silicio). En cambio, un FPGA ofrece una estructura de hardware reconfigurable: internamente es una matriz de lógica genérica que podemos personalizar a nivel de puertas lógicas. Esto significa que la FPGA es muchísimo más flexible – se puede adaptar el hardware a la medida de la aplicación – mientras que el microcontrolador brinda solo los bloques predefinidos por el fabricante (CPU, timers, ADC, etc.). En otras palabras, el FPGA permite implementar funcionalidades que no existían originalmente en el chip, algo imposible en un microcontrolador fijo.

- Capacidad de procesamiento y rendimiento: Los microcontroladores están diseñados para ejecutar un hilo de instrucciones secuencialmente (salvo pequeñas operaciones concurrentes con interrupciones, etc.), por lo que su rendimiento en tareas muy paralelas o de alta computación es limitado. En cambio, los FPGA pueden explotar procesamiento paralelo masivo, ejecutando múltiples operaciones a la vez por hardware. Esto les otorga ventajas en rendimiento para algoritmos intensivos: por ejemplo, un FPGA puede procesar varias señales o eventos simultáneamente sin que uno retrase al otro. La contrapartida es que la frecuencia de reloj de las FPGA suele ser menor que la de las CPU de alto desempeño, pero lo compensan realizando más operaciones en paralelo. En resumen, si se requiere alta velocidad, baja latencia determinista y muchas tareas en paralelo, un FPGA suele superar a un MCU; si la tarea es secuencial y modesta, un CPU embebido es suficiente.

- Consumo de energía: En aplicaciones alimentadas por batería o muy sensibles al consumo, los microcontroladores suelen partir con ventaja. Están altamente optimizados para bajo consumo y pueden dormir consumiendo microamperios, despertando solo cuando es necesario. Los FPGA, por su propia arquitectura más compleja, tienden a consumir más energía en reposo y en operación. Un microcontrolador pequeño puede ejecutar su programa con apenas unos miliamperios (o menos), mientras que un FPGA de igual tamaño lógicamente consumirá más al tener mucha lógica activa. ¿Significa esto que los FPGA son inviables en IoT de bajo consumo? No necesariamente: como vimos, si el FPGA puede realizar una tarea intensiva rápidamente y luego apagarse, el consumo total puede mantenerse bajo. Además, hay FPGA de bajo consumo en el mercado. Aun así, para aplicaciones de IoT ultra low-power (ej. sensores inalámbricos a pila que envían datos esporádicamente), los microcontroladores simples suelen ser la opción más eficiente energéticamente.

- Facilidad de desarrollo (hardware vs software): Programar un microcontrolador es, en general, más sencillo y accesible para la mayoría de ingenieros de IoT. Se usan lenguajes de alto nivel comunes (C/C++, Python, etc.) y existen amplias librerías y comunidades de soporte. En cambio, desarrollar en FPGA implica manejar conceptos de diseño hardware y lenguajes especializados (HDL), así como herramientas de síntesis y verificación menos conocidas fuera del mundo electrónico. La curva de aprendizaje para FPGA es pronunciada – requiere entender detalladamente cómo funciona la lógica digital paralela – mientras que muchos ingenieros de software pueden programar micros con relativa facilidad tras un breve entrenamiento. Por tanto, desde el punto de vista de disponibilidad de talento y tiempo de desarrollo, la balanza suele inclinarse a favor de los microcontroladores. El desarrollo con FPGA puede demorar más si el equipo no tiene la experiencia, aumentando también el costo (por la necesidad de especialistas). En proyectos con plazos muy ajustados o donde el personal no conoce HDLs, optar por un MCU/SoC tradicional suele ser más seguro.

- Coste del hardware: Aunque el costo de los FPGA ha bajado con los años, en general un microcontrolador o SoC integrado es más económico para funcionalidades estándar. Hay micros de pocos dólares (o centavos) capaces de cumplir tareas típicas de IoT, mientras que un FPGA de capacidad equivalente suele ser más costoso, sin contar el gasto en componentes adicionales (memorias de configuración, reguladores específicos) que a veces requiere. Además, a menor volumen de producción, el costo de ingeniería (horas de desarrollo especializadas) pesa más con FPGA. Por ello, para soluciones de bajo coste o muy altas tiradas, los microcontroladores dominan. Los FPGA se justifican en cambio cuando la aplicación necesita su rendimiento o flexibilidad únicos que un micro no puede ofrecer, compensando con creces el mayor costo unitario.

En resumen, ¿cuándo conviene utilizar FPGA?

Los FPGA son preferibles cuando la aplicación exige altas prestaciones en tiempo real, procesamiento paralelo intenso, o una lógica muy específica que no es posible con micros convencionales. Por ejemplo, en un sistema de visión artificial, en algoritmos de control digital de alta velocidad, o en criptografía hardware, un FPGA puede marcar la diferencia. También en escenarios donde la flexibilidad es clave – es decir, poder actualizar o cambiar el hardware según evolucione el proyecto – los FPGA ofrecen un valor estratégico (se pueden reconfigurar en el campo para corregir errores o añadir funciones, algo imposible con un chip fijo).

Por otro lado, un microcontrolador/SoC es la opción indicada cuando se busca simplicidad, bajo consumo y costo, y las necesidades de cálculo son modestas o manejables secuencialmente. En dispositivos IoT simples (p.ej. un sensor ambiental que reporte datos cada minuto), un micro de bajo poder cumple sobradamente con menor complejidad. En aplicaciones complejas (p.ej. gateway IoT multiprotocolo con analytics en el edge), la balanza puede inclinarse hacia incluir un FPGA como acelerador.

Valor estratégico de los FPGA para ingenieros IoT

Dado este panorama, cabe preguntarse: ¿Debería un ingeniero especializado en IoT aprender diseño con FPGAs? La respuesta dependerá del perfil del profesional y del tipo de proyectos en los que trabaje o aspire a trabajar, pero en muchos casos puede suponer un salto cualitativo en sus capacidades y abrirle nuevas oportunidades.

Para un ingeniero IoT con perfil de sistemas embebidos (acostumbrado a programar microcontroladores, integradores de sensores, etc.), adquirir conocimientos de FPGA le permite abordar problemas que van más allá del alcance de la computación secuencial. Por ejemplo, podrá diseñar soluciones donde el hardware personalizado acelere tareas críticas (filtrado de datos, algoritmos de control, codificación/decodificación de protocolos) que antes habrían saturado a un CPU embebido. Este tipo de habilidades se vuelve cada vez más relevante en IoT a medida que crece la demanda de procesamiento en el borde (edge computing) y IA embebida en tiempo real. Además, en entornos industriales punteros, contar en el equipo con alguien que entienda de FPGA es un valor añadido: muchos proyectos de Industria 4.0, ciudades inteligentes o vehículos autónomos empiezan a incorporar aceleradores hardware para cumplir objetivos de rendimiento. Un ingeniero IoT que “hable el lenguaje” de los FPGA podrá contribuir en el diseño de estas arquitecturas híbridas (CPU + FPGA), e incluso actuar de puente entre los equipos de software y hardware.

No obstante, hay que ser realista: aprender FPGA requiere inversión de tiempo y esfuerzo. Si el tipo de proyectos de un ingeniero IoT son, digamos, aplicaciones de sensórica simple, redes inalámbricas de baja potencia, o integración a nivel más alto (plataformas cloud, análisis de datos), quizás el conocimiento de FPGA no se utilice frecuentemente. En esos casos, podría ser más práctico profundizar en otras áreas (p. ej. ciberseguridad IoT, ciencia de datos, protocolos de comunicación) antes que en diseño hardware puro. Al fin y al cabo, no todos los proyectos IoT necesitan un FPGA: muchos se resuelven de forma óptima con controladores convencionales, plataformas ya hechas (como Arduino, Raspberry Pi) o servicios en la nube.

En cambio, para perfiles de ingeniero electrónico o de computación que trabajan en IoT de altas prestaciones, aprender FPGA sí que tiene mucho sentido. Les dotará de las herramientas para crear dispositivos verdaderamente a medida, optimizar el rendimiento al máximo y prolongar la vida útil de soluciones mediante actualizaciones de hardware. Desde un punto de vista estratégico profesional, formarse en FPGA puede diferenciar a un ingeniero en el mercado laboral, ya que sigue siendo una habilidad menos común entre especialistas en IoT (muchos equipos carecen de experiencia FPGA, considerándose incluso un talento escaso o “rara avis” en ciertas organizaciones). Esto implica que quien domine ambas facetas – software embebido e ingeniería FPGA – puede aportar una perspectiva única en el desarrollo de productos IoT avanzados.

Recomendaciones prácticas: si eres un ingeniero de IoT interesado en dar el paso hacia los FPGA, empieza por proyectos pequeños donde un FPGA aporte un beneficio claro (por ejemplo, un filtrado de señal en hardware para un sensor de alta frecuencia, o un controlador PWM de muchos canales). Familiarízate con un lenguaje HDL y con la simulación digital, apoyándote en la abundante documentación y comunidades (la paciencia es clave al inicio). Considera también las opciones de FPGA más accesibles hoy día: desde placas de desarrollo económicas hasta lenguajes de alto nivel (HLS) que prometen simplificar la programación de FPGA – aunque la base en HDL siempre será útil. No hace falta ser un experto absoluto en hardware para beneficiarse de un FPGA en IoT; a veces basta con identificar cuándo puede ayudar un FPGA y colaborar con especialistas o usar IPs predefinidas para integrarlo en tu diseño.

Conclusiones

A modo de cierre, los FPGA representan una pieza estratégica en el ecosistema IoT moderno. No reemplazan a los microcontroladores en todas las circunstancias, pero amplían el rango de problemas que podemos resolver a nivel de dispositivo. Para un profesional del IoT industrial, entender qué son y qué ofrecen los FPGA – y en el mejor de los casos saber diseñar con ellos – puede traducirse en soluciones más robustas, eficientes y duraderas, así como en una mejora de su perfil profesional de cara a los desafíos tecnológicos que vienen. Como en toda decisión de ingeniería, habrá que sopesar costo-beneficio y aplicabilidad, pero el conocimiento de FPGA es sin duda una herramienta poderosa en el arsenal de un ingeniero IoT que aspire a afrontar proyectos de alto nivel técnico. (Magdalena Franconetti - Generación IoT)


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