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Incendios en España 2025: IoT se convierte en un arma decisiva contra el fuego

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Incendios en España 2025: IoT se convierte en un arma decisiva contra el fuego
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Sensores, redes inalámbricas y análisis predictivo permiten detectar focos en minutos y anticipar escenarios de riesgo, como demuestran casos reales en Valencia, Soria, Extremadura y Tenerife.

Este verano de 2025 España afronta una oleada de incendios forestales excepcionalmente intensa, con más de 105.000 hectáreas arrasadas y cuatro víctimas mortales confirmadas. Entre julio y agosto, olas de calor, sequía y vientos fuertes han convertido amplias zonas del país en un polvorín: la superficie calcinada hasta el 13 de agosto, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), duplica con creces todo lo quemado en 2024 y se sitúa entre las cifras más altas de la última década.

Incendios descontrolados: un panorama alarmante

El contexto meteorológico de este verano ha sido el caldo de cultivo perfecto para la catástrofe. Desde principios de julio, una ola de calor africano ha elevado las temperaturas por encima de los 40 °C en numerosas regiones y ha reducido la humedad relativa por debajo del 30%. A ello se han sumado rachas de viento superiores a los 30 km/h –la temida “regla del 30”– y un exceso de combustible vegetal acumulado durante décadas por el abandono rural y la falta de gestión forestal.

Víctor Resco, catedrático de Ingeniería Forestal, advierte: “La extinción sale más cara que la prevención”, señalando la escasa inversión en gestión forestal y en protección activa del monte. El resultado: incendios más voraces y difíciles de contener incluso con todos los medios de extinción disponibles.

En comparación con años recientes, 2025 presenta cifras alarmantes. En 2024 se quemaron unas 42.600 ha según EFFIS (casi la mitad que en 2023), pero los especialistas ya advertían que fue un respiro coyuntural debido a condiciones meteorológicas benignas. Si se repetían los extremos de 2022 –cuando ardieron más de 300.000 ha según el mismo sistema–, el escenario sería mucho peor.

Desafortunadamente, ese pronóstico se ha cumplido: en pleno agosto, la AEMET y EFFIS mantienen amplias zonas en riesgo extremo, y hasta la fecha se han registrado más de 200 incendios significativos en todo el país, varios de gran magnitud. Según WWF, el número total de siniestros tiende a descender, pero la proporción de grandes incendios (más de 500 ha) aumenta, arrasando miles de hectáreas en pocas horas. En resumen: menos fuegos, pero más catastróficos, un reto creciente en plena era del cambio climático.

Tres incendios que han marcado el verano de 2025

Los meses de julio y agosto están dejando un reguero de incendios significativos por toda la geografía española. Al menos, y hasta el momento, tres siniestros destacan por su magnitud y consecuencias, ilustrando la gravedad de esta temporada:

Zamora-León (Castilla y León): A mediados de agosto, un incendio desatado entre Molezuelas de la Carballeda y Uña de Quintana, que se extendió hacia la provincia de León, se ha convertido en uno de los mayores de la historia reciente de España. El perímetro afectado asciende a unas 38.000 hectáreas, de las cuales más de 30.000 ha han resultado calcinadas entre este foco y otro cercano en Puercas. Las llamas obligaron a evacuar a más de 7.800 personas en 34 localidades y provocaron la muerte de un voluntario que colaboraba en las labores de extinción. La situación fue calificada de crítica por las autoridades de Castilla y León, con cientos de efectivos desplegados y condiciones meteorológicas muy adversas.

Segarra (Lleida, Cataluña): El 1 de julio comenzó abruptamente la temporada de incendios con un enorme fuego en Torrefeta i Florejacs, comarca de la Segarra. Impulsado por vientos de hasta 125 km/h, el incendio arrasó 5.577 hectáreas y exhibió un comportamiento extremo de sexta generación: llegó a generar un pirocúmulo de 14 km de altura, un fenómeno inédito en Cataluña. Dos personas fallecieron al ser alcanzadas por las llamas mientras intentaban huir en su vehículo, y más de 20.000 vecinos de 11 municipios tuvieron que ser confinados preventivamente hasta que el incendio pudo estabilizarse. La comunidad autónoma activó el plan de emergencias INFOCAT y lanzó alertas masivas a la población mediante el sistema Es-Alert. El President catalán Salvador Illa declaró un día de luto oficial por las víctimas.

Ourense (Galicia): En la primera quincena de agosto, Galicia —que hasta entonces había tenido una relativa calma— sufrió un gran incendio en Chandrexa de Queixa. El fuego ha calcinado más de 6.000 hectáreas y, sumando otros focos activos en la provincia, la superficie afectada supera las 10.000 ha. La orografía escarpada de la Sierra de Queixa y la simultaneidad de otros incendios en Ourense complicaron la respuesta, evidenciando la necesidad de reforzar la vigilancia en estas áreas rurales. Finalmente, gracias a un intenso despliegue coordinado, se logró evitar que las llamas alcanzaran núcleos habitados, aunque el daño ambiental sobre pinares y robledales ha sido severo.

Estos son solo tres ejemplos de un verano en el que prácticamente no ha habido tregua. Otros incendios notables afectaron a diferentes puntos del país: en Toledo, un fuego cerca de Méntrida y Valmojado quemó más de 3.200 ha y llegó a cortar la autovía A-5 a Madrid; en Tarifa (Cádiz), las llamas alcanzaron el Parque Natural del Estrecho en julio, avivadas por vientos de levante, forzando evacuaciones de campings y urbanizaciones turísticas; y en la Comunidad de Madrid, un incendio en Tres Cantos consumió 1.500 ha de encinar en pocas horas, cobrándose la vida de un hombre e hiriendo a otro gravemente. El patrón es claro: condiciones extremas están produciendo incendios más rápidos, más grandes y más peligrosos para poblaciones y ecosistemas.

IoT contra el fuego: sensores y alertas tempranas al servicio de los bosques

Frente a incendios cada vez más explosivos, la tecnología se ha convertido en un aliado imprescindible. En particular, las soluciones IoT –redes de dispositivos conectados que monitorizan el entorno en tiempo real– están revolucionando la prevención y lucha contra incendios. En varias regiones de España, proyectos piloto y despliegues recientes de sensores inteligentes han demostrado que es posible ganar minutos u horas cruciales a la hora de responder a un fuego incipiente. Como explica Héctor Hernández, jefe de servicio de la empresa forestal Talher, “La clave es actuar en menos de 2 horas para hacerte con el incendio. Si pasa más tiempo, es mucho más complicado de controlar”. La IoT precisamente busca eso: detectar un conato en minutos (antes incluso de que sea visible) y alertar inmediatamente a las autoridades y vecinos, evitando que una chispa se convierta en un infierno.

Vigilancia inteligente en la Sierra Calderona (Valencia)

La comarca valenciana del Camp de Túria, junto al Parque Natural de la Sierra Calderona, es una zona de alto valor ecológico pero también muy vulnerable a los incendios, debido a sus veranos secos y calurosos y a la densa masa forestal mediterránea que rodea pueblos y urbanizaciones. Conscientes de ese riesgo, las autoridades locales de municipios como Olocau decidieron apostar por la innovación para proteger sus montes. En 2023 implementaron un sistema avanzado de vigilancia forestal IoT basado en sensores y comunicaciones de baja potencia, y los resultados no se hicieron esperar.

El proyecto, desarrollado por la empresa española Pyro en alianza con UnaBiz, consiste en una red de sensores inalámbricos desplegados en el monte que miden en tiempo real parámetros críticos: temperatura, humedad, concentración de gases como CO₂ o monóxido de carbono, velocidad del viento, etc. Los dispositivos están conectados mediante la red 0G Sigfox de UnaBiz –una tecnología IoT de bajo consumo que ofrece cobertura incluso en áreas remotas sin buena señal móvil– de modo que pueden enviar datos continuos durante años alimentados solo con baterías o paneles solares. La información recopilada se envía a la nube, donde un software especializado la analiza y calcula índices de riesgo meteorológico de incendio, como el Fire Weather Index (FWI) o el Initial Spread Index (ISI). Estos índices permiten anticipar qué tan propicias son las condiciones para que se inicie y propague un fuego.

El sistema no se limita a predecir: también incluye cámaras de vigilancia con inteligencia artificial para detectar columnas de humo o llamas incipientes, y recibe datos de satélites meteorológicos. Con esta combinación, las autoridades locales disponen de alertas automáticas cuando algo anda mal: por ejemplo, si un sensor detecta un aumento brusco de temperatura o gases típicos de combustión, o si la cámara reconoce humo, se dispara de inmediato un aviso a los servicios de emergencia y a los vecinos en aplicaciones móviles. La efectividad quedó demostrada en la campaña de 2024, cuando en Olocau se detectaron con éxito incendios en sus fases iniciales, permitiendo una intervención rápida que minimizó los daños y protegió a la población y al ecosistema local. Gracias a esa detección temprana, los bomberos pudieron sofocar conatos antes de que escaparan a su control.

“Seguimos comprometidos con la protección de nuestro entorno natural y para ello apostamos por una extraordinaria red de dispositivos que nos ayuda a protegernos del fuego”, declaró orgulloso Antonio Ropero, alcalde de Olocau, al implementar esta solución. El éxito fue tal que la iniciativa se ha expandido: el municipio vecino de Serra instaló el mismo sistema, y en la provincia de Castellón dieciséis pueblos de la Sierra de Espadán se coordinaron para desplegar una red conjunta de sensores IoT que vigila sus montes en tiempo real. Esta estrategia comarcal permite compartir datos y alertas entre localidades cercanas, logrando una detección más eficiente y coordinada de cualquier amago de incendio. Incluso con la complicada orografía de estas sierras (zonas montañosas de difícil acceso), la red IoT ha probado su fiabilidad: los mensajes atraviesan bosques y barrancos gracias a antenas de largo alcance, y los sensores –de tamaño pequeño, camuflados en árboles– han resistido perfectamente, operando de forma autónoma con energía solar y sin necesitar infraestructura costosa. En resumen, la Sierra Calderona cuenta hoy con ojos electrónicos vigilando día y noche, listos para dar la voz de alarma apenas el bosque respire un indicio de humo.

Sensores forestales en Soria: alarma en minutos

Otro ejemplo revelador llega desde la provincia de Soria, en Castilla y León. La Mancomunidad de Tierras Altas de Soria, un territorio tan extenso como despoblado, decidió en 2025 reforzar su estrategia de prevención con tecnología IoT de detección ultratemprana. De la mano de la empresa Talher (filial ambiental de Clece), instalaron un ejército de sensores en sus bosques para atajar el problema de raíz. En concreto, se desplegaron 120 sensores ambientales en puntos estratégicos de monte bajo y masas arboladas, cubriendo un área piloto de unas 122 hectáreas. Estos dispositivos (desarrollados por la compañía Stihl) van fijados a troncos de árbol en zonas vulnerables –cerca de senderos muy transitados, zonas recreativas o puntos de probable ignición por actividad humana– y monitorizan constantemente la temperatura del aire y la composición química en busca de señales de fuego incipiente.

La clave de este sistema es la rapidez: mientras que cámaras de vigilancia o satélites pueden tardar horas en identificar una columna de humo, estos sensores detectan un incendio en menos de una hora, cuando aún está en fase latente. ¿Cómo lo logran? Midiendo parámetros como el monóxido de carbono (CO) y otros gases que emite la vegetación al quemarse en una etapa inicial invisible. Si los niveles suben anómalamente o la temperatura ambiente se eleva de forma sospechosa en el bosque, las unidades emiten una alerta antes incluso de que haya llamas abiertas. Los sensores funcionan de forma autónoma, alimentados por pequeñas placas solares, y comunican sus datos mediante redes inalámbricas independientes (no dependen de la cobertura de telefonía móvil), por lo que pueden operar en zonas remotas sin electricidad ni señal.

Tanto Héctor Hernández como Iván Crespo, responsables del proyecto en Soria, destacan que la instalación fue sencilla y el mantenimiento mínimo –los aparatos tienen baterías de larga duración (10 a 15 años de vida útil) y prácticamente no requieren atención salvo sustitución si alguno falla, lo cual se detecta enseguida desde la aplicación de monitorización–. Una vez en marcha, el sistema ya ha probado su eficacia: en pruebas controladas, los sensores dispararon la alarma en menos de 30 minutos al detectar humo procedente de quemas agrícolas residuales en las cercanías. Inmediatamente, se notificó a los responsables de emergencia, que pudieron verificar la situación antes de que pasara a mayores. Según relatan los técnicos de Talher, “la celeridad en la respuesta es fundamental para que un pequeño conato no acabe siendo una catástrofe”, y esta red de detección temprana justamente aporta esa celeridad y precisión. Para una comarca rural con vastos bosques y pocos habitantes, contar con vigilancia automatizada 24/7 significa tener miles de ojos electrónicos pendientes del mínimo signo de fuego, complementando a la perfección la labor de vigilancia humana tradicional. Los gestores locales de Tierras Altas afirman que ahora “podemos tener controladas muchas hectáreas de monte y así preservar el ecosistema rural”, integrando la innovación tecnológica en su plan de sostenibilidad.

Detección satelital en Extremadura: el caso de Caminomorisco

La región de Las Hurdes en Extremadura, conocida tanto por su riqueza natural como por su histórico problema de incendios estivales, también ha servido de banco de pruebas para soluciones IoT punteras. En los montes cercanos a Caminomorisco (Cáceres), en plena comarca hurdana, opera desde 2023 un sistema integral de alerta temprana desarrollado por la operadora de satélites Hispasat junto con Pyro. Este sistema combina sensores forestales en tierra con comunicaciones vía satélite, lo que le permite vigilar en tiempo real más de 1.300 hectáreas de pinares incluso en zonas sin cobertura convencional. La ventaja de incorporar el satélite es clara: aunque arda un monte aislado sin ningún repetidor cerca, las alertas igualmente llegan al centro de control y a los bomberos gracias a la conexión satelital, sin retrasos.

El 5 de julio de 2025, alrededor de las 19:22 de la tarde, este sistema dio prueba de su valor al detectar de manera temprana y exitosa un incendio que acababa de iniciarse en un paraje de pinos próximo a Caminomorisco. Apenas los sensores registraron las señales de fuego, enviaron la alarma con la hora exacta de detección, las coordenadas GPS precisas y fotos en tiempo real de la zona, gracias a una cámara panorámica instalada en lo alto. Simultáneamente, el sistema adjuntó las condiciones meteorológicas locales de ese momento y una predicción a 72 horas del tiempo, información vital para planificar el ataque al fuego. Cabe destacar que esa misma mañana el software ya había enviado un aviso de riesgo extremo de incendio para ese día, debido a las altas temperaturas y vientos previstos, de modo que las brigadas estaban en alerta. La conjunción de pronóstico y alerta instantánea permitió que los servicios de extinción acudieran rápidamente al foco antes de que se expandiera descontroladamente. De hecho, desde que se instaló el sistema en 2023, ha logrado detectar dos incendios reales de manera anticipada (uno en 2024 y otro en 2025), incluso cuando los fuegos se originaron fuera del perímetro directamente vigilado. Esto demuestra que la solución no solo cuida la parcela asignada, sino que es capaz de “ver” incendios en zonas colindantes, ampliando el radio de protección.

¿Cómo funciona en detalle? El núcleo del sistema son sensores ambientales Bseed WATCH distribuidos en el bosque, similares a los de Valencia y Soria: miden temperatura, humedad relativa, concentración de CO₂, velocidad y dirección del viento, presión barométrica, etc. Todos esos datos se transmiten a un nodo central cercano; desde ahí, aprovechando una conexión combinada de 4G y enlace satelital, la información sube a la nube casi en tiempo real. Un software inteligente procesa los datos junto con imágenes satelitales de Copernicus (para ver la zona desde el aire) y genera en un mapa digital las zonas de mayor riesgo, actualizando pronósticos a 10 días vista. Cuando los sensores detectan fuego o las condiciones se vuelven críticas, el sistema dispara notificaciones automáticas a los dispositivos móviles de los equipos de emergencia e incluso de habitantes registrados en la zona. En el caso de Caminomorisco, los habitantes recibieron en sus teléfonos la alerta con suficiente antelación, lo que facilitó evacuaciones ordenadas cuando fue necesario.

La integración de diferentes tecnologías –IoT terrestre, comunicaciones satelitales, cámaras e inteligencia artificial meteorológica– hace de esta solución una especie de “escudo digital” para el bosque. Según los responsables de Hispasat, la detección inmediata y sin falsas alarmas que brindan estos sensores reduce drásticamente el tiempo de respuesta, los riesgos para los brigadistas y los costes económicos de enfrentar un gran incendio si este se atajara tarde. Saber hacia dónde podría avanzar el fuego (gracias a datos de viento y sequedad de la vegetación) y cuál es el mejor momento para atacarlo (por ejemplo, aprovechando la humedad nocturna) mejora la eficacia y seguridad de las operaciones en el terreno. Además, la independencia de infraestructura permite desplegar estos sistemas en los parajes más remotos –ya se han instalado en montes de Portugal y Chile con resultados positivos, dentro de la iniciativa “Motor Verde” para reforestación y protección ambiental–. Extremadura, con sus sierras aisladas y a veces escasa cobertura, se ha beneficiado de esta conectividad innovadora que promete democratizar la protección forestal: ningún bosque queda fuera del alcance de la red IoT.

Reconstrucción inteligente en Tenerife: sensores LoRaWAN® para un monte más resiliente

El incendio forestal que asoló Tenerife en el verano de 2024 fue uno de los más graves de la historia reciente de Canarias: arrasó más de 14.000 hectáreas en 11 municipios y dejó un perímetro afectado de más de 88 kilómetros. La magnitud del desastre impulsó al Cabildo Insular de Tenerife a buscar soluciones tecnológicas que permitan anticiparse a futuros siniestros y gestionar mejor los recursos ante una emergencia.

En este contexto, el Cabildo puso en marcha un proyecto piloto con tecnología LoRaWAN®, confiado a la empresa española Secmotic, especializada en soluciones IoT avanzadas. El objetivo: desplegar una red de sensores de calidad medioambiental en zonas estratégicas del terreno afectado, para monitorizar en tiempo real variables críticas del suelo y del entorno forestal.

La infraestructura se apoya en un gateway instalado en la torre forestal de Gaitero, capaz de cubrir más de 35 kilómetros en visión directa, lo que permite enlazar sensores ubicados incluso en áreas remotas de difícil acceso. Este gateway, integrado con la plataforma IoT FIWOO (basada en FIWARE), actúa como nodo central de comunicaciones, conectando una serie de sensores que miden temperatura y humedad del suelo y del aire, presión barométrica y posición GPS.

Los dispositivos se han colocado en tres puntos clave: la Torre de Arguazo, el Mirador de Ortuño y la Carretera de Los Loros. La información recogida servirá para elaborar un mapa detallado del estado ambiental y del suelo, optimizando así la ubicación de futuros sensores y facilitando la detección temprana de cambios que puedan favorecer la aparición de incendios.

Una de las principales ventajas de LoRaWAN® es su bajo consumo energético y su capacidad para cubrir amplias áreas con muy pocos puntos de acceso, lo que lo convierte en una opción ideal para entornos insulares y de montaña. Según los responsables del proyecto, esta iniciativa no solo refuerza la prevención de incendios, sino que también impulsa la digitalización del Cabildo, generando una infraestructura que podrá aprovecharse para otras aplicaciones medioambientales y de gestión territorial.

Una apuesta ineludible por la tecnología en la lucha contra el fuego

Los ejemplos de Valencia, Soria, Extremadura (entre otros, sobre todo fuera de España) demuestran que desplegar tecnología IoT en nuestros montes no es ciencia ficción, sino una realidad efectiva. Los beneficios tangibles son difíciles de ignorar: detección ultra temprana (minutos en lugar de horas, o incluso anticipación de escenarios de riesgo con días de adelanto), respuesta más rápida de los equipos de emergencia, reducción del área quemada y de las pérdidas económicas, protección de vidas humanas al alertar con tiempo para evacuar, y conservación de ecosistemas que de otro modo quedarían arrasados. Cada hectárea que no arde gracias a una alerta a tiempo son miles de euros ahorrados en extinción, emisiones de CO₂ evitadas y, en el mejor de los casos, vidas salvadas. Como señalaba el experto Víctor Resco, invertir en prevención siempre será más rentable (y seguro) que pagar después el costo de apagar megaincendios fuera de control.

España se encuentra en una encrucijada estratégica en materia de prevención de incendios. La gravedad de los fuegos de 2025 ha puesto de manifiesto que las medidas tradicionales ya no bastan por sí solas: es necesario complementar las labores de limpieza forestal, vigilancia humana y concienciación ciudadana con herramientas tecnológicas de vanguardia. A nivel gubernamental se vislumbran pasos en esa dirección –por ejemplo, está en tramitación un Real Decreto para establecer criterios comunes de prevención y vigilancia en todas las comunidades autónomas, aprovechando nuevas técnicas–. Pero quizás el impulso más potente provenga de las iniciativas locales e incluso del sector privado e investigador, que están llevando estas soluciones IoT del laboratorio al terreno real.

En el plano internacional, la tendencia es igualmente clara: países muy afectados por incendios, como Canadá, Estados Unidos o Australia, están adoptando redes de sensores forestales y sistemas automáticos de detección con resultados prometedores. Startups europeas como Dryad Networks ya han desplegado decenas de instalaciones de sensores “olfateadores” de incendios en bosques de todo el mundo; su sistema Silvanet, por ejemplo, es capaz de detectar un fuego en minutos tras la ignición, incluso antes de que haya humo visible, mediante sensores de gases alimentados por energía solar que forman una malla inteligente en el bosque. Esta clase de soluciones, apoyadas en IA y IoT, están redefiniendo la protección forestal a nivel global. España, con su experiencia y recursos, tiene la oportunidad de convertirse en punta de lanza en la adopción masiva de estas tecnologías contra incendios.

Referencias: Las fuentes citadas a lo largo del artículo incluyen datos de organismos oficiales como la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, informes de WWF España, comunicaciones del programa europeo Copernicus, notas de prensa de empresas tecnológicas y artículos de prensa especializada, entre otras. Todas respaldan la información expuesta y reflejan el creciente consenso: la lucha contra los incendios forestales pasa inexorablemente por la innovación tecnológica, con la IoT como protagonista emergente en la defensa de nuestros bosques. (Magdalena Franconetti - Generación IoT)


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